Para abrir boca con una anécdota que muchos degustarán con maldad… Bienvenidos a… «No paro de cagarla».
No tenemos claro si se tratará de una sección fija o de artículos sueltos… Me temo que la sección acabará siendo necesaria.
Con la emoción de haber llegado a nuestro primer destino y las ganas locas de reunirnos con nuestros primeros anfitriones, trincamos nuestras flamante mochilas nuevas y atravesamos el puesto de inmigración en menos que canta un chiken… Nos fuimos del tirón a cenar y a dar un paseo nocturno por Montreal. El ambiente festivo y la mezcla de gente nos ayudó a luchar contra el sueño del jetlag y para cuando llegamos a casa, era casi medianoche. Et la, c’est le drame! = Y solo entonces nos dimos cuenta de la cagada : una de las mochilas, pese a ser de la misma marca, no era nuestra (en concreto, mía).
Varios indicios debieron llamar nuestra atención : la mochila era igual de grande que la de Guillermo (la mía era más pequeña), el color y el modelo no eran del todo idénticos al nuestro, llevaba un candado con hojitas de arce y una flamante etiqueta de plástico con la bandera canadiense (que no reproduciremos aquí por cuestiones de privacidad) con la dirección y correo electrónico de su legítimo propietario.
Mientras yo repetía en bucle «he cogido otra mochila», a mi alrededor, se había puesto en marcha una misión de rescate. Guillermo contactó con el propietario de la mochila, Julie habló con el aeropuerto y a la mañana siguiente, nos fuimos todos (Julie, François, bebé y mahales) al aeropuerto a dejar la mochila ajena y recuperar la nuestra… !con éxito!
Moraleja: Antes de salir del aeropuerto, busca a tu duende juevero.
Próximamente en Mahales por Canadá… Recorremos la campiña de Quebec, degustamos cervezas de mil sabores en las «micro-brasseries» o «micro-breweries» (fábricas de cerveza) y visitamos a Simon, un joven aficionado al lúpulo.
12 Comments
Erreká
septiembre 11, 2018 @ 15:02
Lo importante es que la historia acaba bien. Andad con cuidado! 😀
Nerea
septiembre 13, 2018 @ 18:03
Si acabara malamente, no la contaríamos. Que esto lo lee mi madre!
adela
septiembre 11, 2018 @ 19:34
CADA VEZ ESTOY MAS CONVENCIDA DE VUESTRA FLOR ( YA ME INCLINO MAS POR UN FLORERO ), EN EL MISMISIMO . A VER SI TENEMOS MAS CUIDADITO, HERMOSOS QUE YA TENEIS MUCHOS KILOMETROS EN LO ALTO.
ELENA NAVARRO
septiembre 11, 2018 @ 22:39
Despiste con patas podemos llamarte, cuñá.
Nerea
septiembre 13, 2018 @ 18:10
Tengo una reputación que mantener… 😉
Rodrigo Gimenez Lopez
septiembre 13, 2018 @ 17:59
Las dudas que todo el mundo se hace: ¿QUE HABÍA EN LA MOCHILA «B»? ¿la tesis de Pedro Sanchez? ¿que habríais hecho en caso de encontraros una ingente cantidad de cash?
Nerea
septiembre 13, 2018 @ 18:08
Shhhh
Calla concuñao, ¿como crees que estamos costeando el sabático?
😉
Jota
septiembre 13, 2018 @ 19:28
Jajajajaja, pero si con ese pedazo de llavero es inconfundible. Eso son las ganas de disfrutar cosas nuevas que hace que te despistes. Pasadlo bien y seguid contando vuestras aventuras como el tío viajero de Fraggle rock.
Nerea
septiembre 14, 2018 @ 17:52
Gracias Jota, por fin alguien que me entiende. ¡ Besakos y seguiremos informando!
Elena
septiembre 18, 2018 @ 06:17
Uyyyyuy, qué sustooooo. Afortunadamente la recuperaste. No quisiera ver ese bañador en cuerpo ajeno. ;p
Sol
septiembre 19, 2018 @ 09:08
Jajajaja! al final todo arreglado Si es que llevando un duende, todo se soluciona.
Me he imaginado una de esas escenas de película de espías, que se sientan en la misma fila de asientos y cada uno coge el equipaje del otro ; )