No todo iban a ser cervezas y comida. También teníamos que hacer visitas algo más «culturales» y Montreal tiene para dar y tomar. Entre teatro, parques, museos, exposiciones y CERVEZAS no paramos en nuestra segunda semana por allí.
Mafane es… mucho más que teatro. Mafane es contadora de (en)cuent(r)os, pero también es Oror, una amiga a la que llevábamos 8 años sin ver. Cuando supimos que tenía previsto actuar durante nuestra visita, lo tuvimos claro : teníamos una cita con «La huida/carrera hacia el otro» (Oror me perdonará si no he sabido traducirlo bien).
Leer mucho mas en el enlace -> https://mafane.com/spectacles/larueeverslautre/
El Museo de historia de Montréal (Pointe-a-Caillere) nos acogió un día de lluvia y mereció la pena. La exposición permanente muestra como la colonia europea creció hasta convertirse en la ciudad actual y la interacción con los habitantes autóctonos. A mí personalmente me gustó, juraría que a Nerea también.
Nerea : Se aprecia que intenten dar información sobre los primeros pobladores (autóctonos), aunque no deja de ser un museo sobre colonos profundamente religiosos que venían a quedarse y a evangelizar a tokiski…
Como premio, en las exposiciones temporales había una de REINAS (y faraonas) de Egipto, y claro… La vimos a toda mecha porque nos moríamos de hambre.
Como no todos los días llueve, y no todas las visitas culturales son museos, Oror nos llevó a uno de sus lugares favoritos: El Jardín Botánico. ENORME, que nos gusta un parque grande.
Pudimos ver mil bichos de esos que crecen y algunos llaman arboles y otros plantas. Un par de sitios de esos de contemplar la nada y pensar en todo, un par de construcciones con ramas que nos dieron ideas para próximas partidas de rol y para terminar nos hicieron una degustación de jarabe de arce.
Nos explicaron el proceso, los distintos tonos y nos pusimos finos.
El ultimo día decidimos pasear por un par de mercados. Conocimos a Oror en su tierra natal,la Isla de la Reunión (el Paraíso terrenal, y si no miráis por ahí) y desde hacía 15 años, no habíamos vuelto a probar su deliciosa gastronomía. En Atwater pudimos volver a comer platos de La Reunión, ¡qué buenísimo que estaba aquello! Después subimos a Mont-Royal y ver Montreal de TO LO ALTO. Y terminamos visitando el hipsteriano-auténtico mercado Jean Talon donde degustamos maíz dulce y helados de…sirope de arce!!!
Hemos de decir que nos gusto la ciudad, recordaba a Francia sin serlo, recordaba a los EEUU sin serlo y sobre todo te sentías en casa.¿Será el idioma? ¿la comida? ¿la gente? Ni idea, nada claro el porqué, pero queda apuntada como ciudad donde no nos importaría vivir. Eso sí, no pasamos mucho frío y dicen que hacerlo, lo hace. De hecho, la gente cuenta el tiempo que llevan viviendo allí en «inviernos»… por algo será.
2 Comments
adela
octubre 21, 2018 @ 17:52
PRECIOSAS LAS FOTOS, MUY BUENOS RECUERDOS DE NUESTRO VIAJE Y LA SATISFACCION DE VOLVER A VER A AURORA Y RECORDAR NUESTRO VIAJE A REUNION. ¿ VOLVEREMOS A LA ISLA ?
adela
octubre 21, 2018 @ 17:52
PRECIOSAS LAS FOTOS, MUY BUENOS RECUERDOS DE NUESTRO VIAJE Y LA SATISFACCION DE VOLVER A VER A AURORA Y RECORDAR NUESTRO VIAJE A REUNION. ¿ VOLVEREMOS A LA ISLA ?