Fue una de las semanas accidentadas, nada serio, pero si una primera pausa en el viaje.
Llegamos a Cancum desde CDM y pasamos allí una noche, al parecer algo de lo que comimos o bebimos esa noche nos ataco BIEN.
Yo esa noche hice un par de visitas al baño y ya veía que la cosa iba a ser seria. Teníamos un billete de autobús y unas dos horas de bus no pueden ser lo mejor cuando uno tiene encima una intoxicación alimenticia de esas.
Nerea parecía estar bien, sonreía y me miraba con carita de pena (no sabia la que le venia encima)
Llegamos a nuestro hotel QUE ERA LA OSTIA y tomamos posesión. Yo del baño y Nerea de la piscina. Ese día fui la descomposición de Joe.Al día siguiente todo parecía ir bien, empezamos a mirar donde bucear, recorrimos mil y una agencias (creo recordar que al menos 7) y decidimos cual seria la ganadora. Una vez todo decidido de vuelta al hotel, un poco de reposo y….. Nerea empieza a sentir los efectos de su ATAQUE, pobre, a mi me duro un día y ella estuvo casi tres días sufriendo de la barriga y fiebre.Agua de coco, descanso y algo de sol nos hicieron recargar las pilas, estábamos listos para una de las experiencias del viaje. BUCEAR EN CENOTES. Madre, que bueno, que increíble, que chulo, que YO QUIERO VOLVER!Nos cruzamos con una española que vivía allí desde hacia LA TIRA de años que nos comento sobre el sargazo (esas algas que invaden las playas) y sobre como había crecido la ciudad, de no ser nada hacia pocos años a estar ahora llena de hoteles, turistas y precios…
Nos recomendó un par de restaurantes y poco mas, lo justo para empezar a correr por la ciudad.

Os queréis creer que el alquiler de una bici AL DÍA era mas caro que dos trayectos de taxi?

Ya podéis imaginar lo que hicimos, dos días en bici y el resto TAXI como señores que somos.

Pero, ¿dónde estábamos?
Casi un mes, o un mes, sin echar la vista atrás, en una carrera hacia adelante: visitas de padres, abrazos retrasados, viajes a Taipei, visitas de anfitriones polinesios, promesas de reencuentro, Jálowin… y finalmente, la calma necesaria para volver a hace un año.
Hace un año no, llevamos algo de retraso. Cuando salimos de CDMX fuimos derechitos a Tulum, la meca del submarinismo en «cenotes». Guillermo llegó bastante perjudicado, yo no tardé en abrazarme a la taza del retrete, única vez que estuvimos enfermos en TODO el viaje.
Resucitamos en nuestro palacio sin salida (la calle donde está debía de llegar hasta el mar pero resulta que el dueño del último terreno se niega a darles permiso para construir), pero de atardeceres inabarcables. Bucear en cuevas prehistóricas hasta arriba de una gua tan cristalina que parece que estés flotando en el aire… eso ya os suena a tod@s. Lo que después de haber buceado en varios sitios más y volver a ver ese azul… es de un puro que casi duele la retina, y la memoria.
La visita de Chiqui y el reencuentro con Gurdi, conocer a Isabel. Hacer el «guiri de libro» en Playa del Carmen… Sorpresas de la vida que no tienen precio, porque son un privilegio surrealista.
CZM_Selfietotal
Guillermo Y casi sin darnos cuenta, ya teníamos un pie en Cuba. Llegamos buscando un bus para llegar a Cienfuegos, pero en su lugar encontramos a un taxista apañado y a dos guiris como nosotros que también necesitaban ir allí. He de decir (y no habíamos visto aún la terrada de Liber y Arantxa… que estábamos en racha de atardeceres insuperables). Cienfuegos y Trinidad son una postal (con las esquinas un poco gastadas en el caso de Cienfuegos), pero intensas en su color, en su «ser orgánico» pese a ser «turístico». La Habana es otra cosa, otra cosa difícil de describir, porque se te escapa como un ladrón, te sonríe como un amante, se mueve como un hormiguero en hora punta pero con el ritmo de quien tiene en sus pies y sus caderas «todo el tiempo/ritmo del mundo», porque el tiempo allí va más lento señores, eso es así.
Nuestro corazón no alcanza para agradecer a Arantxa y Liber por su acogida, como si fuéramos amigos de toda la vida a quienes hace tiempo que no se ve. La música que intercambiamos nos acompañaría todo el año, recordándonos las veladas en la azotea (porque eso sí que era una azotea, señores), los desayunos de fruta recién descongelada, el ron y las conversaciones sin fin sobre La Habana, Cuba y el Mundo. Si tengo que recomendar algo alguien : Fabrica de Arte Cubano (inesperado, moderno e igual de auténtico que «La bodeguita de…» y todos esos sitios que salen en las postales) y muévete en taxi «colectivo».Dos semanas después estábamos de camino a San José